miércoles, 9 de junio de 2010

¡El Templo de la Justicia y las diosas Maat, Iustitia y Temis!


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Pedro J. Ramírez Perdomo
Lunes, 7 de junio de 2.010.

En nuestro primer libro por ProPaz, llamado “Estudios sobre la nueva Ley de Servicio Comunitario del Estudiante de Educación Superior”, de Ediciones Paredes, escribimos:
Los antiguos utilizaban símbolos para explicar muchas cosas. Voy a tratar de dar una explicación de la Justicia, usando símbolos. Para ello narraré un sueño, de manera que activemos la imaginación:
“Soñé que era llevado ante un Palacio hermoso, imponente y brillante, sus paredes de oro refulgen, es el templo de la Justicia. Un arco enmarca su entrada y allí de pie encuentro a una majestuosa dama que me espera, es “Maat”, la diosa egipcia de la Justicia, hermosa con su diadema; es la hija del dios Sol. Ella es la encarnación del orden cósmico, la armonía, el equilibrio y la ley universal, su rostro sereno, mantiene una sonrisa que denota una inmensa alegría, su mirada intensa y profunda de una fuerza inusitada, me conmueve. Me invita a entrar. Yo imaginaba a la justicia representada en la “diosa Iustitia”, de la Roma antigua, quien en una de sus manos en alto sostiene una balanza y en la otra una espada, con los ojos vendados. La balanza representando la equidad, el equilibrio de los opuestos, el examen y peso del derecho de las partes y la espada la fuerza, para dar cumplimiento a sus decisiones. Al situarla sobre un león, da la sensación de estar acompañada de un gran poder. Tiene los ojos vendados, no porque sea ciega, sino porque centra su atención en los dictados de su corazón, conforme a sus sentimientos más nobles, limpios, desprovistos de egoísmo. Sin embargo, “Maat” me conduce a través de varios arcos y columnas a un gran salón, intensamente iluminado y perfectamente decorado, donde una corte de dioses en sus altos sillones me espera. Cada dios refulgente, ejerce en mí una poderosa atracción, con sus miradas escrutan mi pasado y por mi mente desfilan mis pasadas acciones, pasiones, sufrimientos y dolores, mis gozos y placeres, mis éxitos y fracasos. Nada me preguntan, porque perciben las respuestas. Allí está “Iustitia”, de inmensa estatura, majestad y belleza, impasible, pese a sus ojos vendados nada le es oculto, parece que todo lo ve. Se inclina ante mí y me invita ascender a su balanza. Allí coloca mis acciones de contrapeso, las buenas del lado donde yo me encuentro y las malas en el contrario. Se aclaran mis pensamientos y comprendo que lo que hice, fue como una siembra cuya cosecha debo recoger. De inmediato, mis sensaciones, sentimientos, resentimientos, rabias, envidias, amarguras y penas quedan en el otro plato y conmigo todas mis emociones agradables. Para mi sorpresa ellas estaban siendo también balanceadas. Y más extraordinario aun que mis pensamientos encontrados también fueron separados y expuestos para ser igualmente pesados. Cada uno se situaba en uno de los platillos. Los malos, oscuros, funestos, perversos, mal intencionados, se colocaron en la bandeja contraria y en donde yo me encontraba, los de mejor calidad. Cada pensamiento lo asociaba a una persona o a otra, y a medida que transcurrían por mi mente, con voz desafiante les imputaba las causas de mi mal. Las acusaba con el dedo índice de mi mano derecha y al tiempo que las señalaba, la acusación se me devolvía como potenciada en los otros dedos que me apuntaban. Una inmensa tristeza surgió en mí y lloré postrado, implorando perdón. “Maat”, aun con ojos penetrantes y vivos, me miraba con gran misericordia, y esperé la decisión pero confiado en que la sanción sería perfecta; como el criminal que sentado tranquilo en el banquillo de los acusados, espera la justa sentencia que lo condenará a una pena grave. Nuevamente quedé frente a los dioses. Allí estaba “Temis”, la diosa de la justicia en la mitología griega, como ley de la naturaleza, orden supremo, la del buen consejo, noble, de gran estatura y belleza, se inclinó ante mí y me invitó a ver y a oír. “Temis” me dijo que la naturaleza es cambio continuo, orden, armonía, belleza, perfección y ley, que ella es inteligente, que esa inteligencia está en todas partes y continuamente se está manifestando y equilibrando. Que la justicia existe solamente en el equilibrio de las proporciones, en la ley natural que se expresa en todo el universo. Ella proyectó frente a mí, un punto que se hizo inmenso y luminoso, y fue dictada la Sentencia…”
Según el relato anterior esas civilizaciones consideraron a la Justicia como orden, armonía, proporción, equilibrio, ley. Si consideramos que la Justicia es obtener personalmente los mayores beneficios, excluyendo a los demás, a nuestras acciones les faltará ese equilibrio. El grado de conciencia o vivencia, nos hace tomar nuestras propias decisiones. En cada momento estamos pesando los actos de los demás para decidir la respuesta. A medida que el ser humano alcanza en la sociedad mayor responsabilidad, mayor radio de acción y de decisión, mayor debería ser su vivencia de la Justicia, pues su ausencia de alguna manera causará un daño, y la misma naturaleza se encargará de cobrarlo.
De manera que nuestra recomendación es que hagamos el esfuerzo de sentirnos equilibrados, para actuar con justicia.