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Pedro J. Ramírez Perdomo
Lunes, 12 de julio de 2.010
¿Cuantos a través de la historia no han soñado con un mundo donde reine la concordia en una vida pacifica y agradable? No han sido pocas las cataratas de tinta vertidas en papiros y en innumerables papeles, para describir los secretos de una vida feliz en una gran comunidad. ¿Qué se necesitaría para convivir sin las fricciones que se generan? ¡Quizás el dejar hacer y dejar pasar, siempre y cuando no se nos moleste! ¿Será eso Tolerancia? Hay quien dice que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar y mas difícil aun de explicar. Para un Ingeniero la tolerancia es el margen de error que admite en la fabricación de algo. Para un Químico serán las diferencias que conciente en la mezcla de los metales. Para un medico será la reducción de la respuesta del organismo a un medicamento. La tolerancia social será la capacidad de aceptación y el respeto de las ideas y creencias de otro, distintas a las propias, aun cuando aseguremos que están erradas. La intolerancia religiosa por la diversidad cultural ha causado muchos conflictos en todo el planeta, al no aceptar las creencias de otro o por el deseo de imponer las que uno tiene. El creerse dueño de la verdad, sin aceptar que el otro tiene a su vez su propia verdad, ha causado mucho daño. Quien ejerce el poder político, religioso, comercial o personal, sin suficiente tolerancia, se tornará inflexible y se impondrá sobre el más débil, llegando su conducta al abuso y por el contrario el exceso de tolerancia convierte a quien la padece en condescendiente con el mal, al “hacerse la vista gorda”, sea por negligencia o por temor, de manera que uno de los remedios será la de evitar ese temor, crearse una coraza de valor, para volver a la justa medida. Es como hacer “Que las cuerdas de mi guitarra no estén tan tensas que se rompan, ni tan flojas que no suenen”. La tolerancia solo existe en aquellas personas dotadas de emoción, no en el indiferente, por ello se dice que la Tolerancia ideal es “el arte de ser feliz en compañía de otros”. Por lo que recomendamos que aplaudamos la tolerancia, la practiquemos y la expliquemos, sin nunca caer ni en su exceso, ni en su falta.
