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Pedro J. Ramírez Perdomo
Lunes, 1 de agosto de 2.011
No resulta fácil andar en bus o en el metro de Caracas, para entablar alguna conversación furtiva con los pasajeros. El conductor del bus vociferaba por el tráfico y no dejaba de ensordecernos con su claxon chillón. Cerca de él le dije que aunque tocara la bocina el tráfico no avanzaría mas, a lo que me respondió, “Si pero yo así me siento mejor y mi furia se reduce”. No, le dije, esa furia se intensifica y se la transmite a los demás pasajeros. Es verdad, me dijo, pero eso me reconforta, porque me doy cuenta que no soy el único que se molesta por ello y de esa manera logro una cierta solidaridad. Que sorprendente respuesta, pensé, seguramente estoy conversando con una persona bastante estudiada, me dije y efectivamente me confirmo que era administrador graduado en la Universidad Central y que era un desempleado a quien habían despedido sin consideración, de una importante industria. Le dije, pero con mayor razón, ¿no es preferible hacerse solidario con los demás en el agrado? Es decir manejar el bus estando contento y transmitirles a los pasajeros ese contento? Al fin y al cabo, el tiempo va a pasar más rápido si se tiene una cierta sensación de ligereza, de agrado, que si se va echando peste. Mientras hablaba un pasajero que estaba a mi lado, me veía con una intensa molestia, como si mis palabras lo ofendieran, lo que me impulsó a decirle. ¿No te parece amigo, que si vamos todos acá es mejor que la pasemos contentos, a que nos amarguemos, por un tráfico que no podemos evitar? El quedó como neutralizado, pero su actitud se tornó intimatoria y vociferando como si yo fuera el culpable, dijo que por mi y por personas semejantes, ellos, los más pobres, estaban pasando dificultades, tenían que pasar horas en el tráfico sudando y que nosotros normalmente íbamos en carros lujosos, muy frescos, disfrutando de todo. Precisamente, le dije, convengo que hay quienes están en mejor situación y que la pasan bien, pero cuando cada quien se altera, vocifera y se enfurece, está agravando más su situación, en cambio cuando aceptamos lo que no podemos cambiar como el tráfico, lo pasamos más feliz y la carga se hace ligera. Parece que hablé muy alto, que los pasajeros comenzaron a aplaudir. Fue un momento emocionante. Creo que se transformaron y al bajarme del bus, noté que allí iban personas contentas y que el calor y las molestias se habían disipado. Eso me llevó a la conclusión, lo que hoy recomendamos, que pase lo que pase, es mejor tener una actitud serena y tranquila en cualquier circunstancia.
Foto del Metro de Caracas, tomado de la página Web:
http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/188112/en-fotos-el-metro-de-caracas-cumplio-28-anos-bajo-la-promesa-de-renovacion/
