miércoles, 8 de diciembre de 2010

Anne Sullivan y Helen Keller. ¡Extraordinaria experiencia!


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Pedro J. Ramírez Perdomo
Lunes, 6 de diciembre de 2.010

No resulta fácil educar a una persona incapacitada para ver u oír y más cuando esa persona, traumatizada por su misma condición, adopta un carácter incontrolable con arrebatos de rabia. Esa fue la misión y paciente disposición, constancia y fortaleza, que como rol le tocó vivir a una americana nacida en el Estado de Massachusetts, Estados Unidos, en 1866, de padres irlandeses, de nombre Anne Sullivan. Ella abandonada por su padre y muerta su madre siendo niña, con grandes privaciones en su niñez, debido a una inflamación de la conjuntiva de sus ojos, se le deterioró severamente su visión. Estuvo en una escuela para ciegos en Boston, y luego de varias operaciones, su vista mejoró. Para ayudar a otros niños ciegos, estudió el alfabeto manual, trabajando con una niña sorda ciega llamada Laura Brigman, con quien adquirió mucha experiencia. En esa escuela adquirió una cultura aventajada. Aceptó una propuesta de trabajo de la familia Heller, para educar a una niña de nombre Helen, quien a los 18 meses, por una fiebre del cerebro, como fue llamado por los galenos de la época, con gran dolor para sus padres, quedó ciega y sorda, circunstancias esta que le impidió hablar, permaneciendo muda durante una parte de su vida. Esta niña, de una tremenda rebeldía y con arrebatos de ira incontrolables, fue ayudada por Anne, quien luego de ir adquiriendo su confianza, la enseñó a reconocer los sonidos colocándole sus manos en su garganta para que distinguiera las palabras y comunicarse a través del contacto por medio de las manos y a escribir y leer mediante el alfabeto Braille. Anne acompañó a Helen durante trece años, y con ella recibió clases de artes, adquiriendo ambas una amplia cultura, aunque fue Helen quien recibió el titulo. Anne falleció con la presencia de Helen, dejándole un legado espiritual que le permitió a Helen desenvolverse en su vida, hasta una avanzada edad. Ambas como compañeras dieron conferencias, espectáculos de vodevil e incluso participaron en una película. Trabajaron en la Fundación Americana para los Ciegos. La Universidad de Temple, en Philadelphia, Pensilvania, en 1931, les dio un reconocimiento honorífico. Gracias a Anne, Helen Keller pudo comunicarse con el mundo exterior, dominó su carácter entusiasta y rebelde, dio discursos sobre su vida, escribió su primer libro; “La Historia de mi vida”. Helen obtuvo varios reconocimientos, entre los cuales está el otorgado por el Presidente Lyndon B. Johnson, en 1964, como la “Medalla Presidencial de la Amistad”. En 1957 fue presentada la obra “La trabajadora Milagrosa”, un drama entre Anne Sullivan y Helen Keller, cuando esta era una niña y Anne la trataba de educar y disciplinar su mal genio. Dos mujeres que con tesón, sacrificio y constancia lograron superarse, ayudarse y prosperar, siendo esa nuestra recomendación, como digna de ser emulada.