¡Juventud, Juventud, Divino Tesoro!

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Pedro J. Ramírez Perdomo
Lunes, 27 de junio de 2.011

Todos quisiéramos permanecer jóvenes por siempre, pero no es posible y nos damos cuenta que la vida nos lleva a un cambio continuo. Como la rosa que se abre y permanece poco tiempo en su máximo esplendor de belleza y aroma, también declina hasta marchitarse. La juventud no es una virtud, pero si es un ofrenda que se nos da y de la cual debemos estar profundamente agradecidos. Fue Rubén Darío quien con sus versos eternizó “Juventud divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!, cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer”. ¿Cuantos jóvenes héroes y mártires, confiando en su interna vocación lo dieron todo, para liberar a su patria, para ennoblecerla con obras de arte, con inventos o para salvar a alguien? Héroes y heroínas famosos o anónimos, que siguieron el impulso de su corazón limpio y vibrante; y es que, es una etapa única, que no puede dejar de aprovecharse, para ser bueno y útil. ¿Y cuántos a una edad avanzada, dentro de un cuerpo viejo con alma jovial, crearon una obra musical notable o descubrieron los misterios de la ciencia? Juana de Arco, llamada la Doncella de Orleans, a sus 17 años encabezó al ejército real francés, constituyéndose en heroína, militar y santa. Simón Bolívar, a los 22 años hizo el juramento de libertar a su Patria en el Monte Sacro de Roma y lo cumplió. Mozart daba concierto a los 7 años; Beethoven también a los 7 dio su primera actuación al piano y aun sordo en su juventud, no renunció a sus extraordinarias composiciones. Franz Listz, a los 7 años comenzó a estudiar piano, a componer música a los 8 y a los 9 dio públicos conciertos; sus obras estuvieron dotadas de intensos sentimientos. Paderewski, a sus 27 años alcanzó gran fama de pianista en Viena y a los 80 en Nueva York, cosechaba éxitos para sus causas. Rubinstein comenzó a tocar piano a los 3 años y a los 6 dio su primer concierto; gran optimista con interpretaciones dotadas de una gran vitalidad. Thomas Edison, quien patentó más de mil inventos, a los 9 años ya había leído un tratado de Filosofía natural y experimental. De manera que tenemos estos pocos ejemplos, para aprovechar la Juventud, divino tesoro.



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