miércoles, 4 de agosto de 2010

¿Escuelas para Padres?.


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Pedro J. Ramírez Perdomo
Lunes, 2 de Agosto de 2.010

Hay quienes tratan hoy de llenar el vacío por la inexistencia de escuelas para padres, que permiten comprender los valores que se deben transmitir a los hijos, para hacerlos seres útiles y de bien. Pero muchas son las veces que esos valores transmitidos son disueltos por una realidad diferente. Continuamente nos estamos influyendo recíprocamente y los más jóvenes no son excluidos de ella. Cuando esa influencia es estimulante, cuando promueve la alegría y la armonía, la conducta se desarrolla normalmente, pero cuando impulsa al choque, la contradicción o al desagrado, la conducta se deteriora y hasta se puede tornar peligrosa. Muchas son las causas de esas influencias que interfieren la conducta humana, desde una palabra, una acción o una imagen, una pintura o un símbolo. Ejemplos hay de sobra. Cuantos padres creyendo que le hacían bien a sus hijos, estimularon sus impulsos, digamos para que fuesen grandes, en determinado deporte, y terminaron haciéndolos violentos o temerosos. Todos somos susceptible a los estímulos agradables o a las influencias desagradables y estas últimas crean conductas indeseables. Las imágenes violentas, sea de donde procedan, producirán conductas violentas, incluso la misma palabra violencia, ya produce conductas distorsionadas, porque ella en si no es agradable. Seguramente se nos dirá que eso no es la verdad y que no es más que una teoría, pero haga su propio experimento consigo mismo y luego afirme o niegue el hecho con fundamento. Quienes han tenido una gran prosperidad en su vida y han logrado un gran éxito, se rodean de objetos de arte hermosos, de músicas exquisitas, de jardines muy bellos. Haga la prueba. Rodéese de objetos agradables, hable siempre de manera agradable, piense siempre en algo agradable, vea imágenes agradables, hasta que sus sentimientos se hagan agradables y luego analice su conducta. No, no lo haga a la inversa, es decir no se rodee, no hable, no piense, ni vea imágenes desagradables. ¿Resulta muy difícil? ¿Y porque habría de ser fácil, algo que puede dar unos resultados tremendos? Cuando en la radio o la televisión se expresa que tal programa contiene elementos de lenguaje de violencia, que puede ser presenciado por personas de cualquier edad; se está logrando el efecto contrario al que se pretende. La violencia es dañina sea el grado que contenga y su sola mención la estimula. Una comiquita, por más dibujos animados que sea, si es violenta, causará un daño, que será reflejado en la conducta. De manera que nuestra recomendación es que cuidemos que los valores que les imprimamos a nuestros hijos, contengan elementos de agrado que hagan de ellos, personas dichosas.

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