jueves, 3 de junio de 2010

¿El Estado ideal, seria una fuente de abundancia?

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Pedro J. Ramírez Perdomo
Lunes, 24 de mayo de 2.010.

Resulta encantador el simple hecho de pedir algo y obtenerlo, sobre todo cuando lo que se pide es algo que necesitamos, nos pertenece o al cual sabemos que tenemos derecho. Cuando le pedimos a nuestros padres o hacemos una solicitud ante algún órgano del Estado; activamos el mecanismo necesario para obtener como respuesta lo que hemos pedido. Si pedimos que se nos dé determinado alimento, seguro que no se nos dará carbón. Si pedimos protección, eso se entiende que obtendremos. El Estado ideal se parece mucho a nuestros buenos padres, porque su atención y ayudas son evidentes, aun en el tiempo que no tenemos conciencia para discernir que es lo que nos conviene o no. Se entiende que ellos tienen el poder, la capacidad y los recursos suficientes para darle a cada quien lo que necesita. Habría que preguntarse si no es elementalmente mas beneficioso que el Estado sea tan cumplidor con sus ciudadanos, tanto como exige que sus ciudadanos sean cumplidores para con él. Cuando nuestros padres comienzan a faltar con sus más primarias obligaciones, como lo son el cuidado, la alimentación, la vivienda, y luego la educación, la salud, la libertad sin libertinaje, etc., ya comienza el malestar en la familia. La desarmonía, la falta de compresión, la desilusión y la disolución. Igual pasa cuando el Estado, a través de su Gobierno, comienza a dejar de cumplir sus obligaciones más inmediatas, provoca la desilusión y cabría preguntarse si está próximo a su disolución.
Cuando no provee u obstaculiza el flujo de la alimentación, o cuando no es activo en suministrar la vivienda que se necesita, cuando no proporciona los medios necesarios para dar seguridad, o cuando no atiende las necesidades de salud de la población, o bien porque no puede garantizar Escuelas, Colegios, Universidades e impide que otros los suministren; o no es capaz de proveer buenos ambulatorios, servicios de salud, Hospitales, medicinas, médicos competentes, o cuando le importa poco el libertinaje, pero restringe las libertades, cuando obstaculiza el flujo de las riquezas que deben llegar y salir sin discriminación; ese Estado deja de ser encantador.
Que podríamos esperar de unos padres que no les dan nada a sus hijos de lo que tienen necesidad, o bien porque ellos mismos carecen de lo que se les exige o porque destinan sus recursos a otros menesteres. Ciertamente nadie puede dar lo que no tiene. ¿Pero que sucede si esos padres teniendo todo, recursos en abundancia, desatienden las necesidades de sus hijos, porque destinan esas provisiones al juego, a la diversión, o a los vicios?
Hay Estados con Gobiernos muy estrictos, que se procuran de múltiples leyes, para exigir y exigir, y es poco lo que dan.
Hemos oído un sin número de veces a nuestros gobernantes jactarse de nuestra actual Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela, como una de las mejores del mundo y no negamos que sea un gran instrumentos jurídico, donde también hemos notado que su contenido no se compagina con la realidad, pues se expresan normas y conceptos que se pierden en el vacío de una realidad contraria.
Para muestra bastan pocos botones. El articulo 115 de la Constitución garantiza la propiedad y ciertamente el Estado, cuando tiene necesidad de ella por utilidad publica o interés social, puede decidir adquirirla, pero mediante un procedimientos previo y sentencia firme con el pago del justo precio. Hemos visto con mucha desilusión, como se toman propiedades, mediante una supuesta ocupación temporal, donde faltan los elementos indispensables de una expropiación, como lo son el precio justo y su pago. También, hemos quedado boquiabiertos, como se interpretan de una manera diferente el contenido de leyes para aplicarlas sin cumplir el debido proceso. La libertad es uno de los más preciados dones de la humanidad y su ausencia siempre lleva graves consecuencias. Por ejemplo, el Código de Procedimiento Penal, en su articulo 244, expresa que cuando el plazo de dos años de la detención preventiva de un procesado ha expirado, un juez, obedeciendo al derecho y a la ley, puede aplicar una medida cautelar sustitutiva de la detención, otra menos grave, liberando al detenido. Esa decisión podrá ser recurrible, digamos por el Ministerio Publico, pero pudo haber contrariado las expectativas de algún funcionario del gobierno con suficiente poder como para intervenir ante el poder judicial y como consecuencia de ello somete a juicio al juez que cumplió con su deber. Allí, estamos en presencia de un Estado no integrado, cuyos funcionarios se obstaculizan en el cumplimiento de sus funciones y como quien dice a falta de justicia humana, se activarán otros mecanismos naturales que compensarán la mala acción del o los funcionarios actuantes. Allí el encanto del Estado ideal desaparece.
El Estado no es lo mismo que el Gobierno, porque aquel es una institución que permanece en el tiempo, en cambio el gobierno, formado por funcionarios públicos, es transitorio, tanto como somos transitorios todos los seres humanos y como son transitorias nuestras conductas. Cuando los funcionarios públicos no se sienten trabajadores que prestan un servicio para la felicidad y bienestar de toda la población a quien gobierna, creyéndose más que sus cargos, o que desde esos cargos, pueden hacer lo que les place sin ningún parámetro, ya se torna en un Gobierno que transmite desilusión.
Pues no, los gobernantes pasan como pasamos los padres, los hijos, la vida misma, pero siempre quedará indeleblemente marcadas nuestras acciones, y son esas acciones las que nos permiten conocer a cada quien. De manera que nuestras recomendaciones de la semana es que seamos buenos padres, buenos funcionarios públicos al servicio del Estado, para bien y felicidad de todos.

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